Por Profesor Martín Candelaria
La segunda mitad de este año cual si fuera un juego de baloncesto, es crucial en la determinación del resultado final del mismo. ¿Por qué? Pues el año comenzó con nada más y nada menos que un terremoto de 6.4 en la escala Richter y un “corillo” de hermanos que le acompañaron para aproximarse a unos dos mil y pico; y contando. Por lo tanto, el arranque del 2020 (numero peculiar, pues no se repetía el mismo patrón desde hace cien años: 1919) fue algo fuerte no tan solo para los que recibimos un palo económico, sino también para nuestros hermanos del sur que fueron los más afectados directamente por los sismos. Al punto en que muchos, lamentablemente perdieron sus casitas que con tanto sacrificio levantaron.
Experimentamos una leve mejoría entre finales de enero y principios de marzo, cuando por arte de magia aparece un extraño y poderoso e invisible elemento llamado Covid-19. El cual arrasó con todo a su paso. Provocando la más grande cuarentena que se tenga en registro histórico alguno en la humanidad. Tal fue el efecto, de esta cuarentena por concepto de la pandemia, que literalmente la economía se fue en picada. Cual si fuera un roller coaster que va hacia abajo en un ángulo de noventa grados.
Al terminar la primera mitad del año y comenzar la segunda, nos vemos ante un panorama mixto de discreción e incertidumbres. Discreción en términos de que ya podemos realizar la mayoría de las actividades que antes de la pandemia realizáramos. Tales como ir a la playa, de shopping o comer en algún restaurant. Por otro lado, el panorama de la incertidumbre sigue latente ante la economía artificial momentánea, provocada por el PUA y los $1,200 de Trump. Además de que Dios no lo quiera y un nuevo brote pudiera surgir y ojala me equivoque.
Así que la segunda mitad determinará el movimiento y las “jugadas” acertadas que debemos llevar a cabo para cuando culmine el ciclo del año. Así el resultado final, tendrá mayor valor y relevancia que lo vivido al comienzo del 2020. Ya se acabó el primer 20, ahora nos toca el segundo 20. Procuremos que el segundo 20 aunque igual en número, tenga mayor peso que el primero. Para ello, de nosotros depende que se pueda restablecer poco a poco la confianza, la seguridad y economía. Se normalicen los casos y las defunciones para que podamos vivir más tranquilos. Así como también nuestros hijos, desarrollen un espíritu de lucha inquebrantable para que sean parte del nuevo resurgir de Puerto Rico. ¡Que así nos ayude Dios!